jueves, 4 de octubre de 2007

Historia del Fundador de nuertra Comuna


Fernando Baquedano Rodríguez nació en Santiago el 28 de mayo de 1796, siendo sus padres Miguel Baquedano Veberos e Isidora Rodríguez.
Cuando contaba apenas 12 años de edad, en 1808, ingresó a los Dragones de la Reina. El 12 de septiembre de 1812, se incorporó como sargento en el Regimiento Húsares de la Gran Guardia, iniciando así su brillante actuación en el ejército chileno, en que le tocó participar en sucesivos combates y batallas a lo largo de toda la guerra de la Independencia. En 1818 pasó a servir en el Regimiento Cazadores a Caballo, en el que prestaría servicios por casi 22 años. Tras la Batalla de Maipú, fue premiado por su desempeño con una medalla de oro y un cordón de plata. Luego en las campañas posteriores, Baquedano continuó distinguiéndose y destacándose: en el sur, contra los montoneros realistas aliados a los araucanos; en la Expedición al Perú; en la primera campaña a Chiloé; y en una larga lista de acciones de guerra: el Combate de Ochagavía, la Batalla de Lircay, y en 1831 y 1832, bajo el mando de Bulnes, en la campaña definitiva contra los Pincheira.
Con el grado de coronel obtenido el 11 de enero de 1838, partió en la expedición contra la Confederación Perú-Boliviana, una vez más a las órdenes del general Bulnes, y tuvo brillante y decisiva participación en el Combate de Portada de Guía el 21 de agosto de 1838 y, finalmente, su más importante actuación en el callejón de Huaylas, en la decisiva Batalla de Yungay, lo que le valió regresar a Chile con dos medallas de oro. El 2 de abril de 1839 se le ascendió a General de Brigada.
Su última acción militar sería en la Batalla de Loncomilla en 1851, en que, paradojas del destino, se enfrentaría al ejército al mando de su antiguo jefe, el general Bulnes y del que formaba parte su hijo Manuel. Aquí, tras la derrota, un abrazo con el hijo y adversario y el final de una carrera militar plena y lograda.El general Fernando Baquedano había casado con doña Teresa González Res, el 18 de agosto de 1818, matrimonio del que nacieron tres hijos, entre ellos, el que sería gran general en la Guerra del Pacífico, Manuel Baquedano González.. Fallecida su esposa, contrajo segundas nupcias con doña Mercedes Concha Fuentealba en 1848, matrimonio en que tuvo seis hijos.
Tras su retiro, .el general Fernando Baquedano se radicó en Concepción donde vi¬vió sus últimos años, prestigiado, querido y admirado por todos, y en esa ciudad falleció víctima de un ataque de apoplejía, el 20 de octubre de 1862.

miércoles, 3 de octubre de 2007

La Batalla de Yungay


La Batalla de Yungay, fue un combate decisivo efectuado en el marco de la Guerra entre la Confederación Perú-Boliviana, y el Ejército Unido Restaurador, y se desarrolló en Yungay en territorio del Estado Nor-Peruano, a partir de las nueve de la mañana, el 20 de enero de 1839.

El accionar del General en jefe Manuel Bulnes, y del General Ramón Castilla, decidió la batalla en favor de los restauradores, quienes desalojaron el cerro Pan de Azúcar, y pusieron en fuga al Ejército Confederado. Una hora antes del fin de la batalla, Santa Cruz la había dado por perdida, ante la deserción del general Guilarte, lo que influyó en el resultado.


Los confederados se detiene en Carhuaz, al igual que los restauradores en jornadas en que "se dormía, y se comía mal, y se caminaba siempre en medio de la lluvia".

Los restauradores se establecen cerca de Tarar, y el 13 de enero Santa Cruz ocupa el pueblo de Yungay. A todo esto, los víveres comienzan a escasear en las tropas restauradoras, y no habiendo donde obtenerlos, se requiere elegir entre continuar con la retirada o atacar a los confederados, en el sitio que ha elegido y que fortifica apresuradamente.
Ambos ejércitos, deciden dirimir una situación que se prolonga demasiado, y en la madrugada del 20 de enero, el ejército restaurador pone en marcha desde San Miguel hacia Yungay, las cuatro divisiones que incluyen infantería, caballería y artillería.

El protector Santa Cruz, envía al general Quiroz con 600 soldados a las cumbres del cerro Pan de Azúcar, desde donde puede dominar todo el terreno. A lado de la quebrada del río Ancash se encontraba por la derecha la división de Herrera y por la izquierda la division de Morán. Al medio la artillería y detrás de ellos la caballería al mando del general Perez de Urdidinea.

Separan a los dos ejércitos, un llano poco largo, encerrado entre el río Santa, y la Cordillera, y en cuyo fondo se destacan, como en avanzada los cerros empinados de Ancash, Punyan y Pan de Azúcar, detrás de cuales, se esconde la barranca profunda del río Ancash. Sigue después una plazoleta de 350 metros de ancho, por 600 de largo, y a continuación las trincheras confederadas. El caserío de Yungay cierra el cuadro.

martes, 2 de octubre de 2007

La Batalla

Los confederados se detiene en Carhuaz, al igual que los restauradores en jornadas en que "se dormía, y se comía mal, y se caminaba siempre en medio de la lluvia".

Los restauradores se establecen cerca de Tarar, y el 13 de enero Santa Cruz ocupa el pueblo de Yungay. A todo esto, los víveres comienzan a escasear en las tropas restauradoras, y no habiendo donde obtenerlos, se requiere elegir entre continuar con la retirada o atacar a los confederados, en el sitio que ha elegido y que fortifica apresuradamente.
Ambos ejércitos, deciden dirimir una situación que se prolonga demasiado, y en la madrugada del 20 de enero, el ejército restaurador pone en marcha desde San Miguel hacia Yungay, las cuatro divisiones que incluyen infantería, caballería y artillería.

El protector Santa Cruz, envía al general Quiroz con 600 soldados a las cumbres del cerro Pan de Azúcar, desde donde puede dominar todo el terreno. A lado de la quebrada del río Ancash se encontraba por la derecha la división de Herrera y por la izquierda la division de Morán. Al medio la artillería y detrás de ellos la caballería al mando del general Perez de Urdidinea.

Separan a los dos ejércitos, un llano poco largo, encerrado entre el río Santa, y la Cordillera, y en cuyo fondo se destacan, como en avanzada los cerros empinados de Ancash, Punyan y Pan de Azúcar, detrás de cuales, se esconde la barranca profunda del río Ancash. Sigue después una plazoleta de 350 metros de ancho, por 600 de largo, y a continuación las trincheras confederadas. El caserío de Yungay cierra el cuadro.

Consecuencias de la Batalla de Yungay

La Batalla de Yungay trajo como consecuencia, el fin de la Confederación Perú-Boliviana, el cese de la influencia de Andrés de Santa Cruz en Bolivia -a pesar de que se contaron hasta 6 alzamientos a su nombre en Bolivia con posterioridad- y la restauración de ambas naciones por separado.

El triunfo en esta batalla es recordado por el Ejército de Chile con el Himno de Yungay, y en el Perú con la creación, del Departamento de Ancash (zona donde se realizó la Batalla de Yungay), reemplazando al antiguo Departamento de Huaylas.
La Batalla de Yungay no tiene en la memoria histórica del Perú la misma importancia que tiene en Chile. Mientras en este último país se la recuerda como un hito fundacional de la nación chilena, en el Perú no se conmemora oficialmente, ya que las guerras de la Confederación se vivieron más como una guerra civil que como una guerra externa. Por lo general, cuando se habla de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, en la historiografía peruana se considera que el "invasor" es Bolivia y fue un triunfo que logró la independencia del Perú, minimizando el papel de la intervención de Chile. Por otro lado hay quienes lamentan la derrota de la confederación, por que se perdió la oportunidad que el Perú fuera un país reconciliado con sus raíces andinas, representadas por la alianza con Bolivia.

Esto se debe, en parte, a que el Perú estaba profundamente dividido durante la época de la confederación. La élite costeña que gobernaba el Perú desde Lima -militarmente representada por el caudillo cuzqueño Agustín Gamarra- vio en el proyecto confederado una amenaza a su alianza económica con Chile, la que mantenía a través de un comercio por el Océano Pacífico. Las elites costeñas del Perú recurrieron al apoyo de Chile, país que tenía sus propios intereses para intervenir en el conflicto. Las élites costeñas de Perú no sólo aceptaron, sino fomentaron la intervención chilena en su propio país y consideraban un aliado a Chile y un invasor a Bolivia. Por otro lado estaban las élites de la sierra sur peruana, donde el proyecto de la Confederación Perú-Boliviana tenía más adeptos.

La historiografía boliviana recuerda la Confederación Perú-Boliviana como una época de máximo apogeo.